Foto recuperada de:
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Texto recuperados de:
eltiempo.com Sección Bogotá, 7 de
diciembre de 2001, Autor MARTA BELTRAN.
EL JARDÍN
DE LA BIBLIOTECA
El triángulo
de 14 hectáreas que durante años fue un botadero de escombros, un potrero donde
las inferiores de Santa Fe entrenaban para pisar algún día la gramilla de El
Campín y un asadero llamado El Motorista- famoso por el chiguiro, la carne de
res y de cerdo, el conejo y la papa salada , cambió de oficios. Los desechos,
las patadas al balón y los kilos de más, le cedieron el terreno a los senderos
peatonales, a los siete cueros florecidos, a los hilos y espejos de agua, a las
ciclorrutas y a un edificio circular que sorprende desde cada rincón.
Texto recuperado de:
eltiempo.com, Sección Otros, 28 de
octubre de 2001, Autor CARLOS CASTILLA CARDONA
SALMONA:
BIBLIOTECA EN ACCIÓN
A partir de 1998 el
Distrito de Bogotá, durante la administración de Enrique Peñalosa, emprendió la
tarea de establecer una red de bibliotecas públicas, la BIBLORED, en la que se
pretende integrar las bibliotecas públicas locales y cuatro megabibliotecas,
ubicadas en sectores estratégicos de la ciudad.
- Una
biblioteca pública es más que eso. Es un centro de cultura. Es un lugar de
encuentro entre la gente, eso es lo importante. Parte de la población va a la
biblioteca porque la necesita. Necesita el libro, necesita estudiar, pero al
acudir a ella también puede desarrollar otras actividades y necesita construir
además una relación con el entorno geográfico.
- Hay un
punto fundamental en el planteamiento de esta biblioteca que es el resultado de
algo que he pensado desde hace mucho tiempo: lo que hace la arquitectura,
básicamente, es crear rincones para el recuerdo. Me afirmé en eso, porque ya lo
sabía, cuando leí por primera vez La poética del espacio de Bachelard. Ya lo
sabía porque lo había descubierto en muchos viajes, visitando iglesias, obras
de la antigedad, arquitectura de todo tipo.
La
arquitectura es, entonces, como la memoria de la humanidad?.
- Sí, pero, además, en la arquitectura uno va encontrado
una serie de espacios que van quedando en su memoria y que son los lugares del
recuerdo. Entonces, a mí me parecía que la biblioteca debía tener múltiples
rincones donde la gente pudiera descubrir su rincón apropiado, al que quisiera
volver permanentemente. Si la primera vez que uno entra a la biblioteca se
siente bien, va a querer volver a ella.
Precisamente,
la consecución de estos terrenos fue uno de los principales dolores de cabeza
que tuvo que afrontar el Distrito, pues habían sido entregados en el pasado por
la ciudad a los clubes Santa Fe y Millonarios y a la Federación de Fútbol, para
su cuidado y provecho.
Las críticas
llovieron sobre el gobierno distrital cuando se pidieron de vuelta los terrenos
que nunca fueron aprovechados por los equipos y la Federación y que, por el
contrario, en algunos casos fueron explotados como botaderos de recebo. Sólo la
excavación y retirada de esos escombros tuvo costó de más de 250 millones de
pesos.
Texto recuperado de:
eltiempo.com, Sección Bogotá, 27 de
octubre de 2012, Carol Malaver , Redactora
La
herencia que no pudo salvar al San Juan de Dios. Historiadores y concejales afirman que nunca
hubo transparencia en el destino de las 2.100 fanegadas
Si José
Joaquín Vargas Escobar se enterara de que el hospital, al que le heredó 2.100
fanegadas de la hacienda El Salitre –casi la mitad de San Andrés islas– se cae
a pedazos y que hasta se insinúa expropiarlo para salvarlo de la hecatombe, se
levantaría de su tumba a preguntar qué paso con el usufructo de tantos años.
En eso pensó
el abogado Rafael Rico al ver las tristezas del hospital, por lo que dedicó
años a investigar qué pasó, como agradecimiento por los capítulos de su vida
que se tejieron alrededor del San Juan de Dios: la operación de corazón abierto
que le hizo el doctor Emilio Echeverri de la Roche en 1961 a su hermano de dos
años, y que a su padre lo dejaron como nuevo después de un atraco en Chapinero.
Así se enteró de que ‘JJ Vargas’, como se le conoce en la jerga popular, había
decidido que luego de su muerte los terrenos de lo que alguna vez fue la
hacienda El Salitre pasaran a ser propiedad del San Juan de Dios y no, como
algunos han asegurado, de la Beneficencia de Cundinamarca.
El filántropo
que murió en 1936 quería que el fruto de la buena administración de este
inmenso terreno fuera a parar siempre al hospital y así se garantizara su
loable labor académica y social.
Rico pudo
comprobar que la Beneficencia fue delegada solo para cumplir funciones de
albacea. “Es decir, para que administrara y le diera cumplimiento al testador”.
Entonces, no se aguantó las ganas y se las arregló para conseguir el testamento
original del finado, un documento viejo y raído que guardó como un tesoro
después de hallarlo en la Notaría Tercera.
eltiempo.com, Sección Bogotá, 27 de
octubre de 2012, Carol Malaver , Redactora
Los secretos
del testador
Los plasmó en su testamento parte de lo que fue su vida. Se supo que había nacido en París, cuando sus padres León Vargas Calvo y María Josefa Escobar estaban de vacaciones, pero luego se nacionalizó en Colombia.
Los plasmó en su testamento parte de lo que fue su vida. Se supo que había nacido en París, cuando sus padres León Vargas Calvo y María Josefa Escobar estaban de vacaciones, pero luego se nacionalizó en Colombia.
Murió a los
68 años de una hemorragia cerebral, soltero, sin hermanos y sin hijos,
revelaciones que guardó en una caja de hierro para su posterior lectura, luego
de su muerte el 2 de marzo de 1936. “Soy libre de disponer de mis bienes”, dice
en un aparte el testamento, y así fue como le dejó 13’440.000 metros cuadrados
de la hacienda El Salitre –ubicada entre la calle 68 y 22, y las carreras 30 y
Boyacá– al San Juan de Dios, el mismo donde se le implantó el miembro inferior
derecho a un joven de 25 años; éxitos de resonancia mundial que pocos recuerdan
en el actual debate para su salvamento.
Con el tiempo comenzaron las ventas a pedazos
del terreno, que fue virgen entre 1937 y 1956. La primera se habría hecho en la
administración del expresidente Gustavo Rojas Pinilla para crear el Centro
Administrativo Nacional (CAN).
Texto recuperado de:
Por: Lina
Leal, Unimedios Edición: UN Periódico Impreso No. 170
“Esto fue
contrario a la ley. Por eso el procurador Edgardo Maya Villazón, el 5 de agosto
de 2005, le envió un oficio a Ardila solicitándole la revocatoria directa de su
orden de liquidación”, dijo Rico.
Fueron
varios los argumentos de Villazón: no se podía liquidar algo que no existía; lo
único que había que hacer era devolverle la tarea administrativa a la
Beneficencia de Cundinamarca y, por ser un bien de patrimonio cultural, se
impedía cualquier intervención de la Gobernación de Cundinamarca. “La Fiscalía
debería averiguar si hubo o no prevaricato por acción porque durante estos seis
años la liquidadora siguió con su labor sin control ”, explicó Rico.